Las Pruebas de Seguridad en Aplicaciones son fundamentales en el ciclo de vida del desarrollo de software, ya que buscan identificar vulnerabilidades antes de que las aplicaciones sean implementadas en producción. Este proceso comienza con una planificación que define el alcance y los requisitos de seguridad, basándose en normativas y estándares. Existen diversos tipos de pruebas, como las Pruebas Estáticas (SAST), que analizan el código fuente sin ejecutarlo; las Pruebas Dinámicas (DAST), que evaluan la aplicación en tiempo real simulando ataques; las Pruebas Interactivas (IAST), que combinan elementos de SAST y DAST; las Pruebas de Penetración, que simulan ataques reales; y las Revisiones Manuales por expertos en seguridad. Herramientas como SonarQube, OWASP ZAP y Metasploit son esenciales para detectar vulnerabilidades. Dado que el panorama de las amenazas cibernéticas está en constante evolución, las pruebas de seguridad deben ser un proceso continuo y adaptativo, permitiendo a las organizaciones proteger eficazmente sus activos digitales y asegurar un futuro digital más seguro.